¿Son las leyes logicas leyes psicologicas?: Aporías de la interpretación psicologista de la lógica Mariano Crespo
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Podemos caracterizar brevemente el psicologismo como aquella teoría que considera que las "legalidades" psíquicas constituyen la raíz última de la realidad. (1) En este sentido amplio, todo psicologismo conduciría, como Husserl mostró convicentemente, al relativismo individual o específico y, en última instancia, al escepticismo, pues llevaría a una teoría que atenta contra las condiciones de posibilidad de toda teoría. (2) Dentro de esta noción amplia de psicologismo, podemos hablar de un psicologismo en estética, en filosofía del derecho, en ética, en metafísica, en lógica, etc. (3) La variedad del psicologismo que aquí nos interesa analizar es aquella que considera que las investigaciones psicológicas del pensamiento humano actual son las condiciones necesarias y suficientes de la investigación lógica. Por consiguiente, el análisis de las leyes lógicas es equivalente al análisis de procesos particulares del pensamiento humano. Dicho más sencillamente las leyes lógicas no serían sino leyes psicológicas. La lógica sería una disciplina psicológica puesto que ha de tratar con actividades mentales, esto es, con juicios, inferencias, pruebas, etc. La lógica se ocuparía de objetos de naturaleza anímica, esto es, de acontecimientos reales de la conciencia humana. Una de las críticas más agudas que de esta posición se ha realizado en nuestro siglo es la llevada a cabo por Edmund Husserl en sus Prolegómenos a una lógica pura. En ellos el fundador del método fenomenológico muestra cómo el "plan" o bosquejo de la lógica pura está obstaculizado por una forma particular de empirismo que es el relativismo fenomenista representado por el psicologismo. Éste consideraba erróneamente que los fundamentos teoréticos esenciales de la lógica eran de naturaleza psicológica. Dicho más en general, intentaba solucionar los problemas epistemológicos con medios predominantemente psicológicos. A continuación, consideremos brevemente algunas de las líneas fundamentales de la interpretación psicologista de la lógica tal y como fue presentada por algunos de sus defensores. Sigwart afirma en la Introducción a su Logik que una parte esencial de nuestro pensar persigue como fin la formulación de proposiciones ciertas y universalmente verdaderas. Sin embargo, este fin suele ser obstaculizado frecuentemente por lo que denomina "el desarrollo natural" de nuestro pensamiento (la costumbre, la tradición, las inclinaciones, los hábitos, etc.) Es, pues, necesario establecer las condiciones bajo las cuales perseguir este fin y las reglas por las que es conseguido. Esta labor es justamente la tarea de la lógica entendida como un "arte del pensar". En este sentido, esta disciplina se limitaría a indicar o bien las exigencias generales que la naturaleza de nuestro pensar requiere para que las proposiciones puedan ser verdaderas, o bien bajo qué condiciones y reglas pueden pasar estas proposiciones de meros supuestos a ser necesaria y universalmente válidas. La lógica sería una disciplina psicológica, puesto que opera con contenidos psíquicos e intenta que éstos se conviertan en conocimiento. (4) Este conocer sólo se da en la psique y no es más que una sucesión de procesos reales. En este orden de cosas, los principios lógicos supremos (principios de identidad, de contradicción, de tercero excluido, de razón suficiente, etc.) no son más que "leyes tautológicas del pensamiento o determinaciones más o menos importantes del mismo". (5) Ahora bien, si la interpretación psicologista del conocer - que aquí hemos tan solo esbozado - fuera válida, cabría preguntar: ¿por qué las leyes de nuestro pensamiento han de tener una validez objetiva como parecen tener las leyes de la lógica? ¿Hasta qué punto podemos hablar de auténticas leyes? ¿No estaríamos más bien ante leyes naturales, reglas de la experiencia que, a lo sumo, proporcionan un alto nivel de probabilidad, pero no validez universal? En este sentido, Husserl considera necesario distinguir entre tres tipos diferentes de leyes: en primer lugar, las leyes empíricas, que expresan que con arreglo a la experiencia suelen darse ciertas coexistencias o sucesiones en determinadas circunstancias. Ello implica la existencia efectiva de estas circunstancias, coexistencias y sucesiones. En segundo lugar, destaca la esfera de las leyes exactas de las ciencias empíricas, que son sin duda auténticas leyes, pero que, desde un punto de vista epistemológico, sólo son ficciones idealizadoras cum fundamento in re y que, en cuanto obtenidas por inducción, tienen el carácter de probabilidades más o menos altas. En tercer lugar, nos encontramos con el dominio de las leyes lógicas puras y de las leyes de la mathesis pura. Estas leyes no son leyes para hechos reales de la vida psíquica. Ello significa que no llevan consigo el contenido existencial propio de todas las probabilidades y que no tienen su fundamento justificativo en la inducción, sino en lo que Husserl denomina intelección. (6) El mismo Husserl reconoció que el error básico del psicologismo lógico consistía en la eliminación de esta distinción fundamental entre estos tipos de leyes y en la falsa interpretación de las leyes lógicas como leyes empíricas de la psicología. En resumen, el psicologismo sustituye las leyes teoréticas por generalizaciones empíricas acerca del transcurso real del pensamiento falseando el carácter teorético, formal y apriórico de la lógica. Si esto fuera así, la evidencia que tendríamos de las leyes lógicas procedería de un cuidadoso análisis de determinadas evidencias en las que este "sentimiento" aparece. La crítica al psicologismo pone de manifiesto que la lógica no es una "doctrina del pensar", sino de algo que "reside en el pensar", que en modo alguno está ni en el tiempo ni en el espacio. Esto es mentado por Husserl afirmando que las proposiciones no tienen una existencia real, sino ideal. El no haber percibido la idealidad de las proposiciones y del resto de los objetos de la lógica constituye el núcleo del error psicologista. Los análisis llevados a cabo por el fundador del método fenomenológico ponen de relieve la existencia de una diferencia radical entre el pensar y su correlato. Una vivencia de pensamiento es una unidad temporal, que comienza y finaliza. Sin embargo, esto no puede afirmarse del contenido ideal pensado. El hecho de que estos contenidos ideales se den en determinados fenómenos reales de la experiencia interna es lo que condujo al psicologismo a pensar que eran de naturaleza anímica. De este modo, las proposiciones y los objetos lógicos, en general, vendrían a ser considerados como partes reales de ciertas vivencias del sujeto cognoscente, estos es, como fenómenos de la experiencia interna. Aunque la presentación en la conciencia de estas objetividades ideales es variada y los procesos mentales en que aparecen son temporales, éstas son, según Husserl, atemporales. (7) El psicologismo interpreta, al fin y al cabo, la lógica como una rama más de la psicología, y sus principios, al igual que los de cualquier ciencia empírica, poseerían un contenido existencial; serían meras generalizaciones de la experiencia obtenidas a partir de un numero más o menos elevado de observaciones. En última instancia, el psicologismo procede de la ceguera ante la objetividad característica de las formaciones ideales conviertiéndolas en "actualidades y habitualidades psíquicas", (8) falseando, en consecuencia, el contenido de la lógica y psicologizando las formaciones significativas que constituyen su tema. Aunque las objetividades ideales se presenten en un cauce de vivencias psíquicas concretas, ello no significa que extraigan su evidencia del examen de tales vivencias. (9) Esta confusión de esferas, que representa el error más nocivo en la delimitación de la idea de una ciencia, provoca toda una serie de efectos desastrosos. Así, por ejemplo, no parece que desde una óptica como la aquí descrita pueda hablarse de una distinción entre necesidad lógica y necesidad real, entre fundamento lógico y fundamento real, entre bases o supuestos lógicos de la ley y bases psicológicas del conocimiento de la ley, etc. Esta distinción husserliana entre lo ideal y lo real que divide el mundo de lo que es no está exenta de problemas. Quisiera referime tan sólo a tres. En primer lugar, ya Reinach (10) criticó a su maestro la utilización del tiempo como criterio para esta división señalando que hay toda una clase de objetos que son temporales pero que no por ello son psíquicos o físicos, esto es, reales. Se trata de objetos que, por así decir, "surgen" de ciertos actos sociales. No es éste el lugar de ofrecer una exposición detallada de esta interesantísima teoría de A. Reinach. Aquí nos interesa mostrar el estatuto ontológico de estas entidades, en cuanto temporales pero no, por eso, reales (en el sentido en que Husserl había utilizado este término). En este orden de cosas, uno de los objetivos de Los Fundamentos apriorísticos del Derecho Civil de Reinach es, justamente, poner de manifiesto la peculiaridad ontológica de estas entidades. En esta obra Reinach critica veladamente la postura de su maestro al poner de manifiesto cómo las pretensiones y las obligaciones que surgen de un determinado acto social - por tanto temporal - duran y, normalmente, se extinguen. Así cuando un hombre promete algo a otro, ello provoca, si cabe hablar así, un cierto efecto en la persona destinataria de la promesa. "Se crea un vínculo peculiar entre dos personas en virtud del cual, para expresarlo toscamente, una puede exigir algo y la otra está obligada a cumplirlo. Este vínculo aparece como consecuencia, como producto, por así decir, del prometer". (11) Una vez efectuada la promesa y, por tanto, una vez surgidas la pretensión y la obligación correspondientes, pueden suceder dos cosas: o bien que la promesa se cumpla y, por tanto, la pretensión y la obligación dejen de existir como tales o bien que la persona objeto de la promesa renuncie a su cumplimiento, con lo cual también podemos decir que la promesa deja de existir. Lo que de todas estas consideraciones es relevante para nuestra investigación es la peculiaridad de entes tales como pretensiones, obligaciones, etc. de los cuales está repleta nuestra vida cotidiana. Es evidente que tienen algún tipo de estatuto ontológico. Quizá el primer impulso es considerarlos como realidades psíquicas. Sin embargo, resulta difícil pensar en vivencias que puedan durar "sin cambios" como , por ejemplo, pueden durar las pretensiones y las obligaciones. ¿Serán acaso objetos ideales? Al menos no lo son en los términos en que habían sido descritos por Husserl, a saber, como atemporales. En resumen, nos encontramos ante un tipo peculiar de entidades que tienen su forma propia, que no es ni física ni psíquica, y que son diferentes de las vivencias en las que nos son presentes (12) y que, por ejemplo, pueden contribuir a fundamentar una filosofía del Derecho. (13) El segundo problema que tiene que ver con la distinción entre lo ideal y lo real - fruto de la crítica husserliana al psicologismo - y al que quiero referirme tiene que ver con una de las tesis más importantes de las Investigaciones lógicas, a saber, la consideración de los objetos ideales como especies. Esto es, a todo objeto ideal le correspondía una extensión de objetos reales que eran sus individuos. Paralelamente, el conocimiento de los objetos ideales estaba fundado en el de "sus" objetos reales por medio de la "abstracción ideatoria". Así, por ejemplo, las significaciones serían especies o universales cuyos casos individuales son los actos de significar y, más propiamente, el carácter de acto de la intención significativa, o sea, una parte de un acto. De esta manera, la significación mantiene con estos actos "la misma relación que, por ejemplo, la especie rojo con las rayas que veo en este papel, rayas que tienen todas el mismo rojo". (14) En este sentido, una de las críticas - aunque no confesada directamente - de Reinach a su maestro Husserl fue el mostrar que las proposiciones y los números no son especies, sino objetos singulares. Es difícil pensar que el número se comporte con respecto a las cosas numeradas de la misma manera que lo hace el rojo con los objetos rojos. Con otras palabras, cuando hablo de "3" objetos, el número "3" no es ningún predicado que corresponda a los objetos contados, no es nada que se funde en ellos. Tampoco es ninguna relación de los objetos singulares entre sí. (15) En definitiva, deberíamos distinguir con Reinach entre dos pares diferentes de conceptos: individual-universal y real-ideal. "Todo lo universal es ideal pero no todo lo ideal es universal". (16) Por consiguiente, hay objetividades ideales, como los números y las significaciones que, a diferencia de lo que pensaba Husserl, no son especies. En tercer lugar, cabe preguntarse hasta qué punto es del todo correcto trazar un "abismo" tan grande entre la esfera de lo ideal y la esfera de lo real. Más arriba he recordado que el Husserl de las Investigaciones lógicas había distinguido, por un lado, entre leyes empíricas (generalizaciones de regularidades de la experiencia) y leyes absolutamente necesarias pertenecientes a la esencia o naturaleza (ideales) de las cosas sosteniendo que las únicas leyes que gobiernan el ámbito de lo real son leyes empíricas. (17) De este modo, Husserl restringe la validez de las leyes necesarias absolutamente estrictas a la esfera ideal. Si esto fuera así, el mundo real no podría ser conocido con certeza apodíctica ni cabría pensar que también está sometido a leyes esenciales necesarias. Sería muy difícil pensar, por ejemplo, en la existencia de estados de cosas realmente necesarios que expresen conexiones aprióricas fundadas en las esencias y válidos para cada uno de los estados de cosas particulares que tienen como objeto la misma esencia. Recuérdese el ejemplo de la promesa mencionado con anterioridad. La ley (apriórica, esencial, "ideal") que afirma que una promesa se extingue por un acto de renuncia ¿es válida exclusivamente para "la" promesa en cuanto esencia ideal? ¿No tiene validez también esta ley en el ámbito de las promesas "reales", efectuadas por sujetos "reales" en determinados momentos temporales? ¿No es necesaria, por tanto, una ampliación del concepto de "experiencia" hasta el punto de poder hablar de experiencia de esencias necesarias y de estados de cosas esencialmente necesarios? Podríamos concluir nuestras consideraciones acerca de las aporías de la interpretación psicologista de la lógica mostrando que son esencialmente dos las razones invalidan esta interpretación. En primer lugar, el psicologismo pasa por alto un dato fundamental del conocer: su carácter intencional. Ello se basa, en última instancia, como señala Seifert, (18) en no apreciar la duplicidad que subyace en la expresión "contenido de conciencia". Con esta expresión podemos mentar, por un lado, los contenidos de conciencia en cuanto partes de mi ser consciente (así, por ejemplo, actos como conocer, afirmar, querer, amar, etc.), con lo cual ofrecemos una determinación ontológica de estos conceptos. Ahora bien, con la expresión "contenido de conciencia" puede mentarse asimismo todos los objetos en tanto que yo tengo una conciencia de ellos. En este sentido, los contenidos de mi conciencia no tienen por qué pertenecer a ella como partes suyas. (19) La segunda razón fundamental que incapacita al psicologismo a la hora de fundamentar una consideración sistemática del estatuto espistemológico de la lógica, y que está estrechamente unida con la que acabo de comentar, es el descuido con el que el objeto de conocimiento es tratado. La constatación de que todo conocimiento es conocimiento de un objeto, de una objetividad para la vida psíquica, puede inducirnos a pensar que la psicología ha de ser la ciencia que se ocupa de estas objetividades. Sin embargo, cabría preguntarse con Meinong hasta qué punto esta relación con la conciencia reviste un carácter indirecto y secundario siendo posible, pues, un tratamiento del objeto en su alteridad con respecto al fenómeno psíquico. Al menos, es posible hacer la distinción entre la conciencia y aquello de lo que se tiene conciencia. |
Notes (1) J. Seifert, Erkenntnis objektiver Wahrheit, Erkenntnis objektiver Wahrheit. Die Transzendenz des Menschen in der Erkenntnis Erste Auflage, (Salzburg: Universitätsverlag A. Pustet, 1972), 340 S. Zweite und erweiterte Auflage (Salzburg: Universitätsverlag A. Pustet, 1976), 398 S.p. 54. Sobre el concepto de "psicologismo", cf. J. Ritter (Hrsg.) Historisches Worterbuch der Philosophie, Schwabe and Co. Verlag, Basel 1971, Bd. 7, pp. 1675-1678. (2) E. Husserl, E. Hua. XVIII, pp. 114-116. (3) Sobre el psicologismo en la obra de arte, cf. R. Ingarden, Das literarische Kunstwerk. Eine Untersuchung aus dem grenzbiet der Ontologie, Logik und Literaturwissenschaft, 4. Aufl. Max Niemeyer, Tübingen 1972, §§ 4-7; En el § 4 de esta obra se cita el siguiente texto de Juliusz Kleiner, que ilustra una interpretación psicologista en el ámbito de la estética: "Das Ganze, mit welchem die Untersuchung rechnet, ist kein wirklich gegebener individueller Gegenstand, sondern das möglich reichste physichische Ganze, das der Gehalt des Textes bei irgendeinem entsprechend empfindlichen, perzipierenden Individuum hervorrufen kann" en Studia z zakresu literatury i filosofi, Warsaw, 1925; sobre el psicologismo en filosofía del derecho, cf. A. Reinach, "Über der Ursachenbegriff im geltenden Strafrecht" y Die apriorischen Grundlagen des bürgerlichen Rechtes en Adolf Reinach, Sämtliche Werke, Textkritische Ausgabe in 2 Bänden. Hrsg. von K, Schuhmann und B. Smith, Philosophia Verlag, München, Hamden, Wien 1989 sobre el psicologismo en la filosofía de la religión, cf. R. Otto, Das Heilige: Über das Irrationale in der Idee des Göttlichen und sein Verhältnis zum Rationale, Beck, München 1932 (4) T. Lipps,Grundzüge der Logik, Leopold Vass, Leipzig 1912 (Elementos de Lógica, trad. de E. Ovejero. Daniel Jorro Editor, madrid 1925), p. 5. Una versión más contemporanea de esta orientación psicologista la encontramos, por ejemplo, en "Epistemology Naturalized" de Quine (en Ontological Relativity and other Essays. Columbia University Press, New York 1969. La relatividad ontológica y otros ensayos. Trad. de M. Garrido y J.L. Blasco. Tecnos, Madrid 1971) donde se postula que "Epistemology, or something like it, simply falls into place as a chapter of psychology and hence of natural science" (p. 82); "Epistemology in its new setting, conversely, is contained in natural science, as a chapter of psychology (5) T. Lipps, op. cit. P. 149. (6) E. Husserl, E., Hua. XVIII, p. 73. (7) Sobre la ampliación de los análisis del psicologismo desarrollados en los Prolegomenos, cf. el primer capítulo de la segunda sección de Lógica formal y transcendental (Formale uns Transzendentale Logik. Versuch einer Kritik der logischen Vernunft. Mit ergänzenden Text. Hua., XVII, 1974 / Lógica formal y lógica trascendental. Ensayo de una crítica de la razón lógica. Trad. de L. Villoro, U.N.A.M. México 1962) Asímismo hemos de mencionar la pequeña modificación que con respecto a la atemporalidad de los objetos ideales es introducida en Experiencia y Juicio (Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik. Felix Meiner, Hamburg 1976 3 (Experiencia y juicio. Trad. de J. Reuter, U.N.A.M., México 1980). Allí ésta es caracterizada como una forma que distingue en su esencia fundamental a los objetos ideales (aquí llamados "objetos del entendimiento") de los objetos individuales; se trata de una supratemporalidad que significa omnitemporalidad (Allzeitlichkeit), la cual, sin embargo, sigue siendo un modo de la temporalidad. (Cf. Experiencia y Juicio , § 64 c. pp. 309-314). (8) Según Voltaggio (Fondamenti della Logica di Husserl, Roma 1965) en la polémica contra el psicologismo contenida en Lógica formal y transcendental, Husserl no habría cambiado de dirección con respecto a Investigaciones lógicas. En éstas quería siemplemente reivindicar la objetividad de las formaciones lógicas y en Lógica formal y trascendental añade a esta exigencia la de encontrar el origen, la 'constitución" de la objetividad, un origen que sólo puede darse en la subjetividad. (9) El esclarecimiento de este punto exigiría un estudio detallado del problema de la intencionalidad, seguido del tratamiento fenomenológico de la intuición categorial, cuestiones estas que desbordan los límites de nuestro trabajo. (10) Cf. por ejemplo las dos obras siguientes de A. Reinach,: Die apriorischen Grundlagen des bürgerlichen Rechtes y Einleitung in die Philosophie, ed.cit. (11) A. Reinach, Die apriorischen Grundlagen des bürgerlichen Rechtes, ed. cit.,p. 147 (12) A. Reinach, op.cit., p. 150. No puede pasarse por alto la cuestión de que alguien puede sentirse obligado sin que realmente lo esté o tener la pretensión de que se me cumpla una promesa sin estar autorizado realmente a ello. De este modo, piensa Reinach se muestra lo insostenible de una teoría que intente considerar la pretensión y la obligación como algo psíquico. (13) Cf. A. Reinach, "Einleitung in die Philosophie", en Sämtliche Werke, ed.cit., p. 424. (14) E. Husserl, Investigaciones lógicas, Hua XVIII/1, p.101. Este fue justamente uno de los puntos en los que Reinach discrepaba de Husserl.En este sentido, intentó mostrar cómo la división entre objetos singulares y objetos universales no tiene la misma extensión que la existente entre objetos reales y objetos ideales. Cf. A. Reinach, "Die obersten Regeln der Vernunftschlüsse bei Kant" y "Einleitung in die Philosophie". Sobre los problemas que plantea la tesis husserliana del carácter específico de los objetos ideales, cf. también las obras de M. García-Baró, "Ideal Objects and Skepticism" (Analecta Husserliana, Vol. XXIX, 1990, pp. 73-90) y La verdad y el tiempo (Ediciones Sigueme, Salamanca 1993), pp. 237ss. Sin embargo, el Husserl de Experiencia y Juicio se apartó de esta tesis afirmando que "la irrealidad de los objetos del entendimiento no significa universalidad genérica". Cf. Experiencia y juicio., § 64 c. (15) Cf. A. Reinach, "Zum Begriff der Zahl, en Sämtliche Werke, ed.cit., p. 516 y 519 (16) Cf. A. Reinach, "Einleitung in die Philosophie", ed.cit., p. 414ss. Cf. también del mismo autor "Die obersten Regeln der Vernunftsschlüsse bei Kant", ed.cit., p. 57. La cuestión de la existencia allende la conciencia de estas objetividades ideales es, por el momento, dejada de lado por Reinach. Lo que en este momento le interesa mostrar es cómo "en nuestro pensamiento no estamos orientados sólo a objetos determinados temporalmente, sino también a objetos extratemporales que llamamos ideales y de los cuales son posibles, al igual que de los objetos reales, enunciados verdaderos; y además en el seno de lo ideal hay, por ua parte, objeto individuales y, por otras, otros tales que tienen bajo sí un número ilimitado de objetos individuales y, por ellos son llamados conceptos o "universales" (A. Reinach, "Die obersten Regeln...", ed.cit., pp. 57-58). (17) Repárese por ejemplo en el siguiente texto de los Prolegómenos (Hua., XVIII, p. 178) "Es ist ein wesentlicher, schlechtin unüberbrückbarer Unterschied zwischen Idealwissenschaften und Realwissenschaften. Die ersteren sind apriorisch, die letzteren empirisch. Entwickeln jene die idealgesetzlichen Allgemeinheiten, welche mit einsichtiger Gewissheit in echt generellen Begriffen gründen, so stellen diese die realgesetzlichen Allgemeinheiten und zwar mit einsichtiger Wahrscheinlichkeit fest, welche sich auf eine Sphäre von Tatsachen beziehen..." (18) J. Seifert, Erkenntnis objektiver Wahrheit, ed.cit., p. 59ss (19) Cf.J. Seifert, Erkenntnis objektiver Wahrheit, ed.cit., p. 61. La diferencia entre estos dos tipos de conciencia es tomada por SEIFERT del capítulo VI de What is Philosophy? de Dietrich von Hildebrand (3rd. Edition, with a new introductory essay by J. Seifert, Routledge, London/Paris/York, 1991). Aun sosteniendo una interpretación anti-psicologista del conocimiento, la relación que se establece entre el sujeto cognoscente y el objeto ideal puede ser muy diversa como lo prueban las dos "salidas" diferentes al psicologismo defendidas por Frege y Husserl, respectivamente. Es conocido como Frege sostiene que tiene que haber algo en la conciencia individual que "apunte a", que "aprehenda" lo que él llama "pensamiento". El pensar no produce los pensamientos, sino que los capta. Al ser captados por nosotros provocan cambios en nuestro mundo interno pero el núcleo de su esencia permanece intacto. Sin embargo, Frege no analiza en qué consiste propiamente esta relación entre los pensamientos y nuestra conciencia (Cf. G. Frege, "Der Gedanke" en Beiträge zur Philosophie des deutschen Idealismus, 1, 1918/1919, pp. 58-77 . "El pensamiento. Una investigación lógica" en G. Frege, Investigaciones lógicas. Edición de L.M. Valdés, Madrid 1984. Con respecto a este no esclarecimiento de en qué consista propiamente la relación de "captación" que se establece entre el sujeto y el pensamiento. Por su parte, Husserl analizaría la relación entre conciencia y significaciones ideales en términos de ejemplificación o instanciación. |