Seis gráficos sobre los choques climáticos en 6 países de Centroamérica y el Caribe

Por Samantha Igo
En tan solo 24 horas a finales de octubre, el huracán Otis, desafiando los modelos de predicción, aumentó la velocidad del viento a 185 km/h, tocando tierra en Acapulco, México, como un huracán de categoría 5. Además de la devastadora pérdida de vidas, los analistas de seguros han estimado que las pérdidas “asegurables” en Acapulco y sus alrededores ascienden a unos 15 mil millones de dólares. Ante esta situación, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador anunció recientemente un plan de reconstrucción de 4.300 millones de dólares.
Mientras que los expertos señalan a las aguas inusualmente cálidas frente a la costa como causa de la imprevista y catastrófica escalada del huracán, Otis es un presagio del tipo de tormentas que se puede esperar si la crisis climática sigue sin control. Las regiones particularmente vulnerables, como América Latina y el Caribe (ALC), ya están soportando la peor parte de estos impactos, más el agravante de que estos países carecen del espacio fiscal necesario para adaptarse eficazmente a los impactos del cambio climático.
Para comprender el alcance de estos impactos, un nuevo documento técnico desarrollado por un equipo de investigadores de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), evalúa el impacto potencial del cambio climático en el crecimiento económico y la estabilidad fiscal de seis países centroamericanos y caribeños: Barbados, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Santa Lucía (CAC6). Se trata del último de una serie de documentos técnicos publicados por el Grupo de Trabajo sobre el Clima, el Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, un consorcio global que busca promover un enfoque centrado en el desarrollo para integrar el factor clima en las operaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los seis gráficos que figuran a continuación ilustran los principales hallazgos de dicho documento, y en la conclusión, se esbozan recomendaciones sobre políticas para las instituciones financieras internacionales (IFI) como el FMI.
Los choques climáticos están aumentando en frecuencia e intensidad
Gráfico 1: Desastres meteorológicos, hidrológicos y climáticos para los países CAC6, por décadas, 1960-2022 (conteo)

Los huracanes distan mucho de ser la única manifestación de clima extremo que afecta a los países CAC6. Las inundaciones, las olas de calor y las temperaturas extremas son particularmente perjudiciales para los países que dependen de la agricultura como parte importante de su economía, como El Salvador, Guatemala y Honduras. Los desastres climáticos han aumentado bruscamente desde la década de 1990, y en tan solo dos años, desde 2020 hasta 2022, ha habido casi tantos eventos climáticos como los que han presenciado los países CAC6 en una década. Además, las pérdidas derivadas de estos desastres, por asombrosas que sean, rara vez se recuperan por completo.
Los países vulnerables carecen de un margen fiscal para responder a los desastres
Gráfico 2: Deuda pública bruta del gobierno general para los países CAC6, 2010-2022 (porcentaje del PIB)

Los niveles de deuda soberana para economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMED) han aumentado en un 178 por ciento desde 2008, en tanto que el cambio climático amenaza desde ya con desorbitantes niveles de endeudamiento. El gráfico 2 destaca la deuda pública bruta de los países CAC6 desde 2010. En particular, en 2020 se registra un marcado aumento de la deuda en respuesta a la pandemia del COVID-19, como lo demuestra el alza de 34,8 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB) en Santa Lucía. El paso repetido de huracanes en los años siguientes y el alto gasto público durante la pandemia exacerbaron el ya escaso espacio fiscal, puesto que los huracanes Eta e Iota tocaron tierra a dos semanas el uno del otro, y el huracán Elsa dio lugar a necesidades presupuestarias de alrededor del 0,8% del PIB en Barbados. Esta cifra pone de relieve la presión absoluta a que se enfrentan los países para suplir las necesidades sociales, al mismo tiempo que están en continua reconstrucción y pagando por los desastres climáticos.
Los choques climáticos frenarán un crecimiento económico ya de por sí débil
Gráfico 3: Producto interno bruto de los países CAC6, por escenario, 2000-2050 (en millones de monedas nacionales a precios constantes)

El gráfico 3 muestra las consecuencias del aumento de los choques climáticos para los países CAC6 en el crecimiento a mediano plazo. Los investigadores estiman que el PIB en 2050 estará entre el 9 y el 12 por ciento por debajo de la perspectiva de crecimiento tendencial (línea naranja). No sólo los eventos climáticos de intensidad y frecuencia crecientes ejercerán presión sobre el crecimiento, sino que la actividad económica también se verá socavada por la caída de la productividad laboral y agrícola a medida que aumenten las temperaturas.
La compensación de las pérdidas climáticas es posible, pero precisa de una importante movilización de recursos
Gráfico 4: Necesidades medias estimadas de inversión anual para compensar plenamente las pérdidas económicas en el marco del escenario de intensificación de los choques climáticos en comparación con la perspectiva de crecimiento tendencial para los países CAC6 (porcentaje del PIB)

Si bien es posible compensar las pérdidas climáticas en los países CAC6, se requerirá de enormes recursos. El gráfico 4 muestra que cerrar la brecha entre el “escenario de crecimiento tendencial” y el “escenario de intensificación de los choques climáticos”, como se ve en el gráfico 3, requeriría, en promedio, una inversión adicional de entre el 5,3 por ciento del PIB y el 10,9 por ciento del PIB por año. Este nivel de inversión tendría que facilitar una transformación estructural de la economía, y los autores señalan que las inversiones en educación, salud y otras protecciones sociales también serán vitales para lograr una transición hacia bajas emisiones de carbono que también sea justa.
Lograr las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) puede conducir a explosivos niveles de endeudamiento
Gráfico 5: Deuda pública bruta del gobierno central de los países CAC6, por escenario, 2000-2050 (porcentaje del PIB)

Un impulso de menor magnitud a las inversiones, basado en los objetivos de mitigación y adaptación esbozados en las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), según el Acuerdo de París, presentadas por los países incluidos en la muestra de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), sólo limitaría modestamente las pérdidas económicas derivadas del cambio climático. La CMNUCC había ya enfatizado que las CDN actuales no son suficientes para permanecer por debajo del umbral de 1.5 °C del calentamiento global, y lo que es más, el primer Inventario Global,(en inglés Global Stocktake o GST) que concluye en la 28.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) en Dubái, está bien preparado para subrayar cómo los países no están siquiera cumpliendo con los objetivos menos ambiciosos. Será necesario, entonces, que los gobiernos revisen sus planes de acción frente al cambio climático con mayor ambición y una mayor magnitud de financiamiento para cerrar estas brechas.
Sin embargo, en el caso de los países CAC6, el gráfico 5 muestra que las inversiones con respecto a las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) pueden llevar a una explosiva trayectoria de endeudamiento, en particular en El Salvador, Guatemala, Honduras y Santa Lucía, lo que se debe en parte a mayores necesidades de inversión que se ven agravadas por un crecimiento más lento.
La financiación concesional puede reducir los niveles de deuda, pero no completamente
Gráfico 6: Deuda pública bruta del gobierno central de los países CAC6, según escenario con financiación concesional, 2000-2050 (porcentaje del PIB)

Aunque resulta todo un reto, lograr las CDN en los países CAC6 no es imposible. El gráfico 6 muestra que la reducción del costo de la financiación para el clima podría reducir la carga de la deuda, al menos provisionalmente mientras los países movilizan recursos adicionales a nivel nacional. En cinco de los seis países, la financiación concesional mitiga el aumento de los niveles de deuda en comparación con la inversión de las CDN sin estas condiciones (en todo caso, la deuda de El Salvador sigue siendo insostenible en ambos escenarios). Sin embargo, si bien la financiación concesional puede aplacar las trayectorias de endeudamiento, no puede ofrecer por sí sola la sostenibilidad de la deuda a largo plazo.
Las instituciones financieras internacionales (IFI) pueden apoyar la inversión climática favorable al desarrollo
Los CAC6 se enfrentan no sólo a una crisis climática, sino también a una crisis de desarrollo si no se promulgan ciertas políticas y reformas en todo el sistema financiero internacional. En primer lugar, el alivio de la deuda es necesario para la sostenibilidad de la deuda a largo plazo para los países vulnerables a los cambios climáticos. Los pagos de los intereses de la deuda vacían considerablemente las arcas públicas, en donde los pagos de los intereses de la deuda pública existente ascienden a más del 30 por ciento del gasto social para algunos países CAC6.
En segundo lugar, además de la financiación concesional, es insuficiente la financiación actual en materia de asuntos climáticos por parte de los bancos multilaterales y nacionales de desarrollo para la región. Los autores argumentan que un aumento de capital en estas instituciones avivaría la financiación de la lucha contra el cambio climático.
En tercer lugar, el FMI, como única institución multilateral encargada de mantener la estabilidad financiera y fiscal mundial, está en una posición única para facilitar las transiciones hacia bajas emisiones de carbono sin sacrificar el desarrollo. El FMI puede hacerlo de tres maneras. En primer lugar, su conjunto de instrumentos de préstamo, y en particular el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (FFRS), debe ajustarse a las necesidades actuales y calibrarse según un enfoque basado en la inversión para una transición hacia bajas emisiones de carbono. En segundo lugar, el FMI puede prestar una valiosa asistencia técnica a los gobiernos de estos países. Este conocimiento técnico práctico podría ayudar a elaborar estrategias de inversión a largo plazo y orientadas socialmente a medida que los países canalizan su transición hacia bajas emisiones de carbono. Por último, el FMI puede intensificar sus actividades de vigilancia más allá de la fijación de precios del carbono en sus informes sobre el artículo IV. El FMI podría ayudar a los países a aplicar un conjunto de instrumentos de política climática que se ajuste a sus contextos macroeconómicos.
Los costos de construir un futuro inclusivo y resistente al cambio climático son innegablemente cuantiosos. Sin embargo, los costos de no invertir en este futuro son mucho mayores.
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