ABSTRACT: El conocimiento contemporáneo está marcado por una excesiva compartimentación. Esto es fruto de la disciplinaridad, que tiene un doble sentido: tanto induce a la delimitación de un campo específico como a la jerarquización y al ejercício del poder. La propuesta interdisciplinar surgió para proporcionar el tránsito entre los varios compartimentos del saber contemporáneo. Debemos preguntarnos: ¿esa propuesta da conta de superar la histórica compartimentación del saber? Este artículo defende que no, y propone su superación, tomando por basie un nuevo paradigma para la comprensión del conocimiento: el rizoma y la transversalidad.

En el conocimiento contemporáneo sufrimos una excesiva compartimentación. La organización de las disciplinas las coloca como realidades estanques, sin interconexión alguna, dificultando la comprensión del conocimiento como un todo integrado, la construcción de una cosmovisión abarcadora que permita una percepción totalizante de la realidad.

Una de las tentativas de superación de esta fragmentación há sido la propuesta de pensar un conocimiento interdisciplinar, permitiendo la construcción de aquella comprensión más abarcadora del saber históricamente producido por la humanidad.

Las propuestas intedisciplinares, sin embargo, presentan unos límites muy estrechos, pues chocan com problemas básicos como, por ejemplo, la formación estanque de los propios profesionales, que necesitan vencer barreras conceptuales para comprender la relación de su especialidad con las demás áreas del saber.

Pienso, sin embargo, que la cuestión es todavía más compleja y que necesita de un análisis histórico-filosófico de la producción del conocimiento, para que sea posible llegar a conclusiones de mayor valor. Es lo que propongo iniciar con este trabajo.

1. Una cartografía del saber

En su afán de conocer el mundo, el hombre produce tecnologías de conocimiento, es decir, aparatos, mecanismos que permitan examinar los aspectos de la realidad que desee transformar en objeto de estudio. Sin tales tecnologías no sería posible el conocimiento o, por lo menos, su desarrollo se daría de forma mucho más lenta. Tales tecnologías son producidas históricamente, de acordo con las posibilidades y problemas de cada momento. Por otro lado, el uso de tales tecnologías influyó sobre el propio saber que se produjo, definiéndolo en un campo propio, la tal tecnología, del cual no siempre es posible escapar.

Analizando la problemática de las tecnologías de la inteligencia, Pierre Lévy delimita los "tres tiempos del espírito", los tres grandes momentos de la historia del conocimiento humano marcados por sus tecnologías específicas: el polo de la oralidad primaria, característico del momento civilizatorio en que la humanidad aún no dominaba las tecnologías de la escritura, y el conocimiento era transmitido a través de la palabra, momento éste dominado por un conocimiento que habitualmente llamamos mitológico; el polo de la escritura, con todo el impacto que esa tecnología generó sobre el saber humano, dio como resultado la constitución de la Filosofía y de la(s) Ciencia(s); y, por fin, el polo mediático-informático, en el cual estamos adentrándonos a partir de la segunda mitad de este siglo veinte y que ya nos permite vislumbrar asombrosas posibilidades para el conocimiento, dada la variedad y velocidad que posibilita.

Cada uno de estos tres polos presenta características propias y diferentes impactos sobre el conocimiento, sobre las tecnologías que utiliza y sobre los saberes que puede desencadenar.

Limitándonos a los aspectos relacionados con nuestro tema, podemos afirmar que la oralidad engendra un saber de tipo narrativo, basado en la ritualidad; la escritura, a su vez, presenta un saber teórico basado en la interpretación, mientras que la informática posibilita un saber operacional basado en la simulación (a través de modelos o previsiones). (1)

El saber basado en la tecnología de la escritura está marcado, así, por el resgo teórico de la interpretación de la realidad, fundando una noción de verdad que trata la adecuación de la idea a la cosa misma que la interpreta. La propia noción que tenemos del conocimiento hoy, y de su forma de construcción, está marcada, asimismo, por la tecnología de la escritura y por las consecuencias que de ahí se siguen.

En la actividad de la interpretación de la realidad, el ser humano construyó todo el andamio del conocimiento de que disponemos. Inicialmente circunscrito al campo de la Filosofía, tal saber creció tanto al punto de comenzar a ramificarse, dando origen a nuevos campos y áreas del conocimiento. Esa especialización se dio a través de una disciplinaridad, o sea, de la delimitación de campos específicos para cada forma de abordar un determinado aspecto de la realidad, cada uno de ellos continuándo en una disciplina específica e independente.

La palabra disciplina presenta, sin embargo, un doble sentido: tanto induce a la delimitación de un campo específico como a la jerarquización y al ejercicio del poder.

El proceso de disciplinaridad del saber ya fue extensamente analizado por Foucault, tanto en su aspecto de producción/organización, como en el aspecto de jerarquización política. En ambos casos, queda explícita la íntima relación del saber organizado en disciplinas - Foucault llega a hablar de archivo - con las tecnologías intelectuales suscitadas por la escritura.

Tanto la epistéme clásica, fundada en la semejanza, como la moderna, basada en la representación, (2) piden una racionalidad operativa analítica, es decir, que opera por la división del campo en subcampos menores, que pueden ser más fácilmente abarcados y, así, entendidos, representados, etc. Ahora, la constitución de la ciencia moderna se da en el contexto de esta racionalidad operativa y, por tanto, la disciplinaridad se debe a ella. Hemos de tener claro, entonces, que la disciplinaridad no es un hecho natural, sino al contrario, junto de la aplicación de un arsenal tecnológico de conocimiento sobre la realidad, que acaba por circunscreber cualesquiera posibilidades de nuevos saberes. (3) En otras palabras, una vez que modernamente el conocimiento haya sido producido de forma compartimentada, nuevos saberes acaban ya circunscritos a tal o cual compartimento, o bien dando lugar a nuevos compartimentos.

La noción de interdisciplinaridad surgió para proporcionar ese tránsito entre los varios compartimentos del saber contemporáneo, posibilitando un conocimiento más abarcador por ser más interactivo. Mucho se pensó y se escribió sobre las posibilidades del trabajo interdisciplinar, hablándose incluso en muchas perspectivas, como multidisciplinaridad, transdisciplinaridad, interdisciplinaridad lineal, cruzada, unificadora, estructural, etc. Debemos, entre tanto, colocar la siguiente cuestión: la propuesta interdisciplinar ¿da realmente cuenta de superar la histórica compartimentación del saber? Para responderla es necesario que hagamos una incursión por la teoría del conocimiento y por sus paradigmas.

El conocimiento: paradigma arborescente versus paradigma rizomático

La metáfora tradicional de la estructura del conocimiento es arbórea: el es tomado como un grau árbol, cuyas extensas raíces deben estar arraigadas en suelo firme (las premisas verdaderas), con un tronco sólido que se ramifica en gajos y más gajos, extendiéndose así por los más diversos aspectos de la realidad. Aunque sea una metáfora botânica, el paradigma arborescente representa una concepción mecânica del conocimiento y de la realidad, reproduciendo la fragmentación cartesiana del saber, resultado de las concepciones científicas modernas.

Veamos. El tronco del "árbol de la ciencia" sería la propia Filosofía, que originariamente reunía en su seno la totalidad del conocimiento; con el crecimiento progresivo del "árbol", adobado intensamente por la curiosidad y sed de saber propia del ser humano, ella comienza a desenvolver los ramos de las más diversas "especializaciones" que, aunque mantengan sus legaduras con el tronco - se nutren de su savia y a él le devuelven la energía conseguida por la fotosíntesis de las hojas en sus extremidades, en un proceso de mutua alimentación/fecundación - apuntan a las más diversas direcciones, sin guardar entre sí otras legaduras que no sean el tronco común, que no sea la legación histórica de su genealogía. Para ser más preciso, las ciencias se relacionan todas con su "tronco común" - por lo menos en el aspecto formal y potencialmente - aunque no consigan, en el contexto de este paradigma, relacionarse entre si.

El paradigma arborescente implica una jerarquización del saber, (4) como forma de mediatizar y regular el flujo de informaciones por los caminos internos del árbol del conocimiento.

Pero, ¿será, de hecho, que el pensamiento y el conocimiento siguen la estructura propuesta por un paradigma arborescente?

¿ No será tal paradigma un modelo compuesto posteriormente y sobrepuesto al conocimiento ya producido, como forma de abarcarlo, clasificarlo y, así, facilitar el acceso a él y su dominio, pasando a determinar la estructura de nuevos conocimientos que fueran creados? Si así fuera, ¿ no sería razonable conjeturar que el pensamiento procede - o puede proceder - de otra manera, menos jerarquizada y más caótica?

¿No sería razonable suponer que el el paradigma arborescente sea otro fruto de las tecnologías de conocimiento producidas en el contexto del polo de la escritura, del que habla Lévy, circunscribiendo el conocimiento producido en este contexto?

Deleuze y Guattari apontan una posible respuesta al afirmar que el pensamiento y el cerebro están mucho más próximos a sistemas caóticos e inciertos que a la ordenación jerárquica arborescente.

De hecho, cuando ingresamos en un polo nuevo, aquel marcado por las tecnologías de los medios de comunicación y de la informática, nuevas perspectivas comienzan a presentarse, aunque aún turbadas por las bromas de la anterior. (5) Una primera manifestación fue con la ecología, ciencia que ya no puede ser insertada en el contexto de la disciplinaridad clásica y que rompe con los "cajones" de varios archivos, surgiendo en la intersección de varios campos, como la Biología, la Geografía, la Ciencia Politica, la Sociología y la propia Filosofía. Creo que para pensar esa nueva realidad, es necesario la introducción de un nuevo paradigma de conocimiento.

En la introducción a la obra Capitalisme et Schizophrènie: Mille Plateaux, publicada en Francia en 1980, Giles Deleuze y Félix Guattari presentan la noción de rizoma. Los autores tratan de la cuestión del libro y procuran contraponer un paradigma rizomático al paradigma corriente, que ve el libro como una raíz: "el árbol es la imagen del mundo, o major, la raíz es la imagen del árbol - mundo". (6) La perspectiva arbórea remite a la unidad: el libro es el resultado de una ramificación que, en última instancia, pertenece siempre al mismo.

Usan la metáfora matemática de lo fractal: aquello que se asemeja a una multiplicidad se revela, al analizarse mejor, como el resultado de una reproducción al infinito de una única forma. El rizoma, por otro lado, nos remite a la multiplicidad. La metáfora del rizoma subvierte el orden de la metáfora arbórea, tomando como paradigma imagético aquel tipo de tallo radiciforme de algunos vegetales, formado por una miríada de pequeñas raíces ammarañadas en medio de pequeños bulbos almacenaticeos, ponendo en cuestión la relación intrínseca entre las várias áreas del saber, representadas cada una de ellas por las innúmeras líneas fibrosas de un rizoma, que se entrelazan y se agarran formando un conjunto complejo en el cual los elementos remiten necesariamente unos a otros así como afuera del propio conjunto.

El paradigma rizomático es regido por seis principios básicos: (7)

A. Princípio de conexión: cualquier punto de un rizoma puede ser/estar conectado a cualquer otro; en el paradigma arbóreo, las relaciones entre puntos necesitan ser siempre mediatizados obedeciendo a una determinada jerarquía y siguiendo un "orden intrínseco".

B. Princípio de heterogeneidad: dado que cualquer conexión es posible, el rizoma se rige por la heterogeneidad, en tanto que en el árbol la jerarquía de las relaciones lleva a una homogeneización de las mismas; en el rizoma esto no ocurre.

C. Princípio de multiplicidad: el rizoma es siempre multiplicidad que no puede ser reducida a la unidad; un árbol es una multiplicidad de elementos que puede ser "reducida" a ser el completo y único árbol. No ocurre lo mismo con el rizoma, que no posee una unidad que sirva de pivote para una objetivación/subjetivación: el rizoma no es sujeto ni objeto, sino múltiplo. "Las multiplicidades son rizomáticas, y denuncian las pseudo-multiplicidades arborescentes". (8)

D. Princípio de ruptura a - significante: el rizoma no presupone cualquer proceso de significación, de jerarquización. Aunque sea estratificado por líneas, siendo, así, territorializado, organizado, etc, está siempre sujeto a las líneas de fuga que apuntan a nuevos e insospechadas direcciones. Aunque se constituya en un mapa, como veremos seguidamente, el rizoma es siempre un esbozo, un devenir, una cartografía trazándose siempre nuevamente, a cada instante.

E. Principio de cartografía: el rizoma puede ser mapeado, cartografado, y tal cartografía nos muestra que posee entradas múltiplas, es decir, el rizoma puede ser abordado desde infinitos puntos, pudiendo, de ahí, remitir a cualesquiera otros en su territorio. El paradigma arborescente remite al mismo porque "toda la lógica del árbol es una lógica de la copia, de la reproducción". (9) El rizoma, sin embargo, en cuanto mapa, posee siempre regiones insospechadas, una riqueza geográfica pautada en una lógica del devenir, de la exploración, del descubrimiento de nuevas facetas.

F. Principio de decalcomanía: los mapas pueden, no obstante, ser copiados, reproducidos; colocar una copia sobre el mapa no siempre es garantía, pese a una yuxtaposición perfecta. Lo inverso es la novedad: colocar el mapa sobre las copias, los rizomas sobre las árboles, posibilitando el surgimiento de nuevos territorios, nuevas multiplicidades.

De esta manera, la adopción de un nuevo paradigma del saber significa, al mismo tiempo, un nuevo abordaje del propio conocimiento; para Deleuze y Guattari, el saber pasa a ser una funcionalidad. (10)

El paradigma rizomático rompe, así, con la jerarquización - tanto en el aspecto del y de la importancia, como en el aspecto de las prioridades en la circulación - que es propia del paradigma arbóreo. En el rizoma son múltiplas las líneas de fuga y por tanto múltiplas las posibilidades de conexiones, aproximaciones, cortes, percepciones, etc. Al romper con esa jerarquía estanque, el rizoma pide, sin embargo, una nueva forma de tránsito posible por entre sus innúmeros "devenires"; podemos encontrarla en la transversalidad.

3 - Transversalidad y el tránsito entre los saberes

La noción de transversalidad fue desarrollada al comenzo de los años sesenta por Félix Guattari, al tratar de las cuestiones ligadas a la terapéutica institucional, proponendo que ella sustituyese a la noción de transferencia:

"Transversalidad en oposición a:

- una verticalidad que encontramos por ejemplo en las descripciones hechas per el organograma de una estructura piramidal (jefes, subjefes, etc):

- una horizontalidad como la que se puede realizar en el patio del hospital, en el pabellón de los perturbados, o mejor todavia en el de los ancianos, es decir, una cierta situación de hecho en que las cosas y las personas se adapten como puedan en la situación en que se encuentren". (11)

Podemos, así, tomar la noción de transversalidad y aplicarla al paradigma rizomático del saber: ella sería la matriz de la movilidad por entre los lazos del rizoma, abandonando los verticalismos y horizontalismos que serían insuficientes para un abarcamiento de visión de todo el "horizonte de eventos" posibilitado por un rizoma.

Las propuestas de una interdisciplinaridad puestas hoy sobre la mesa apuntan, en el contexto de una perspectiva arborescente, para integraciones horizontales y verticales entre las varias ciencias; en una perspectiva rizomática, podemos apuntar a una transversalidad entre las varias áreas del saber, integrandolas, si bien no en su totalidad, per lo menos de una forma mucho más abarcadora posibilitando conexiones inimaginables a través del paradigma arborescente. Asumir la transversalidad es transitar por el territorio del saber como las sinapsis viajan per las neuronas, un viaje aparentemente caótico que construye su(s) sentido(s) a la medida en que desarrollamos su ecuación fractal.

En esta perspectiva, podemos afirmar que la propuesta interdisciplinar, en todos sus matices, apunta a una tentativa de globalización, este canon del neoliberalismo, remitiendo a lo Uno, a lo Mismo, intentando coser lo incosible de una fragmentación histórica de los saberes. La transversalidad rizomática, a su vez, apunta a un reconocimiento de la pulverización, de la multiplicación, para respetar las diferencias, construyendo posibles tránsitos por la multiplicidad de los saberes, sin procurar integrarlos artificialmente, pero estableciendo policomprensiones infinitas.

Notes

* Professor do Departamento de Filosofia da Universidade Metodista de Piracicaba e do Departamento de Filosofia e História da Educação da Universidade Estadual de Campinas.

(1) Cf. Lévy, As Tecnologias da Inteligência, Rio de Janeiro: Ed. 34, 1993. Cuadro recapitulativo en la página 127.

(2) Cf. Foucault, As Palavras e as Coisas, São Paulo: Ed. Martins Fontes, 1990.

(3) Ver la noción de epistéme que Foucault desarrolla en Les Mots et les Choses; sobre ella, Roberto Machado escribió que: "episteme no es sinónimo de saber, significa la existencia necesaria de un orden, de un principio de ordenación histórica de los saberes anterior a la ordenación del discurso estabelecida por los criterios de cientificidad e independiente de ella. La epistéme es el orden específica del saber; es la configuración, la disposición que el saber asume en determinada época y que le confiere una positividad en cuanto saber" (Ciência e Saber: a trajetória da arqueologia de Foucault, Rio de Janeiro: Ed. Graal, 1982, p. 148-149)

(4) Recordar la clasificación de las ciencias positivas de Comte, o tanbiém el "círculo de las ciencias" de Piaget.

(5) En su ensayo, ya citado, Pierre Lévy aborda las relaciones de la Filosofía, que surge con la tecnología de la escritura, con el mito, conocimiento que marca el polo anterior, o de la oralidad; los propios escritos platónicos, en la primacía de la utilización de la escritura, recurren a la forma de diálogo, es decir, a un trazo del polo anterior.

(6) Deleuze y Guattari, Capitalisme et Schizophrènie: Mille Plateaux, Paris: Ed. Minuit, 1980.

(7) Cf. Deleuze y Guattari, op. cit., p. 13-21.

(8) Ibidem, p. 14

(9) Ibidem, p. 20.

(10) Deluze y Guattari, O que é a filosofia? Rio de Janeiro: Ed. 34, 1992, p. 275.

(11) Guattari, A Revolução Molecular, São Paulo: Ed. Brasiliense, 1985, p. 93-94.